Mateo 4:1 dice: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.”
A nadie le gusta ser
conducido al desierto, mucho menos enfrentar la tentación, pero si queremos
disfrutar de Su poder debemos obedecer Su dirección. Esta palabra sobre las
tentaciones que Jesús enfrentó y superó en el desierto nos enseña como
lograrlo.
Siendo cristianos, oramos y
ayunamos buscando que nuestra fe aumente. Ese es el verdadero objetivo, ya que
el ayuno y la oración no obran por si mismos, sino solamente para provocar que
nuestra fe en Jesús se fortalezca y Él haga la obra.
Por eso fue que una vez,
Jesús le dijo a sus discípulos que eran una generación de incrédulos y que este
genero de incredulidad se superaba con oración y ayuno.
Son de bendición.
Iglesia Cejes Ocaña
Sábado 5 de abril