En la palabra leemos que debemos tener humildad porque la vida es como
neblina que aparece y desaparece, y la muerte puede sorprendernos en cualquier
momento.
Sabemos que morir es uno de los misterios más grandes. Sin embargo, todos
tenemos dos cosas en común: moriremos y la aduana de la muerte no nos deja
llevarnos nada. Es bueno recordarlo porque a veces vivimos como si nunca
moriremos y como si nos lleváramos todo, buscamos atesorar en vez de compartir
y disfrutar de lo poco o mucho que tenemos. Así que vale la pena tener presente
que la vida terrenal es pasajera, por lo que debemos estar listos para dejarla
en cualquier momento.
Frente a la muerte nos cuestionamos ¿por qué sucede esto? Pero lo cierto es
que la muerte alcanza a todos. El rey Salomón nos dice que es vanidad lo que
atesoramos como la sabiduría y la riqueza, porque no sabemos que sucederá con
todo eso luego de morir. La muerte es dolorosa porque la vida continúa para los
que quedamos, por más que guardemos luto, es inevitable seguir adelante. Si
tienes a Jesús en tu corazón morir es una celebración.
1 Santiago 4:13-15 dice: "¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es nuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. El lugar de lo cual deberíais decir: Si el señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello."
Si sabemos que somos justos y vivimos una situación
dolorosa, hay que aceptarla, no le busquemos explicación. Así decía Salomón,
hay cosas que no deberían suceder, pero suceden, simplemente sigue adelante. Seguramente
es doloroso y triste, pero no podemos detenernos a cuestionar, solamente alaba
al Señor y continúa. La muerte es parte de la vida y debemos aceptarla con
esperanza.
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